Un hombre y su chándal
El verdugo de los mendrugos
Lo de Kiko Rivera es muy fácil de entender, me refiero al
amor y odio que despierta.
En un país en el que están de moda orangutanadas como el
«mamading», el «balconing» y el «muerding» también puede estar de moda el
cantante y «deejay» Kiko Rivera. Pero es eso, una moda; pasará. Y llegarán
otras, que es peor, porque hay gente que sin modas no sabe vivir; es como el
perro que se queda sin amo después de
años sirviéndole la comida: y ¿ahora qué?
Tras ver el docu de Riverita uno extrae varias conclusiones:
es un artista mediático, ni musical ni técnico. Y ¿eso qué significa? Pues algo
así como pedirle a una conejita playboy que nos explique el clima para hoy en
televisión mientras se quita algo de ropita. Nos embobamos mirando. Luego nos
mojaremos porque del clima ni nos hemos enterao. El símil no quiere decir que
Kiko esté arrocito pegao, pero no hay duda de que algo tiene.
Y ¿qué tiene? Bueno, Mª. Patiño decía que es muy básico
—totalmente de acuerdo, aunque ella usa el eufemismo cuando quiere decir
cavernícola—, pero espontáneo, claro y natural. Y eso gusta. Son virtudes,
claro está, pero me gustaría saber por qué ella está con un guapetón alto y de
sonrisa atractiva. A veces todos somos un poquito hipócritas.
Si os habéis fijado, Pantojita siempre va rodeado: amigos,
novias o asalariados de su negocio. Es un dato importante. Podría ser una
persona que no sabe estar sola. Su exrepresentante dice que, si no eres su
palmero y alabas todo lo que hace o dice, te repele. Otro dato importante.
Podría ser una persona que, por un lado, no soporta la frustración —seguro que
se crió siendo el niño más guapo, más listo y que lo tenía todo, menos cariño y
realidad—, y, por otro lado, no tolera que le digan que ha de esforzarse en
algo o hacer algo —en el documental decía él mismo que el otro día fue al
estudio de grabación a trabajar unas horas y se quedó durmiendo en un sofá una hora y media: ¡todo un profesional!—.
Yo sé lo que me pasaría a mí si hago eso, pero lo peor no viene de mis jefes o
compañeros, lo peor es lo que yo piense de mí mismo. Yo soy mi crítico
particular. Sin embargo, cuando Pantojita visualiza la grabación de su primer «concierto»
—Así soy yo, tema único— dice que es
que le falló la petaca de sonido. ¡Toma ya! Su voz no tenía nada que ver. Así
eres tú.
Así que tras estas dos características, intolerancia a la
frustación y al esfuerzo que le piden, la cosa está clara. Si no tolero esto lo
que hago es estar con gente que no me agobie ni me provoque ansiedad con estos
temas. Se llama disonancia cognitiva: él sabe —porque es básico pero no tonto—
que un productor o un técnico profesional con larguísima experiencia al que no
le interesa solo el dinero —y los hay— le destruiría con una crítica íntima durísima; así que contrata a
interesados que se dedican a algo relacionado con la música pero cuyos
intereses son exclusivamente económicos. Y lo hace para evitar la sensación de
malestar que le produce la frustación de las críticas, en lugar de aprender de
ellas buscando otro camino o esforzándose en ese: le pregunta uno de los
directores de la cadena «¿Tomas clases de canto o vas a tomar?», y contesta que
debería, pero de momento no, que ensaya un poquito y aclara la voz, eso sí.
¡Qué profesional!
Así que todos los interesados en él como persona, que le
querían y querían enderezarlo y ayudarle a crecer han desaparecido. Desapareció
su representante anterior igual que desaparecieron amigos que le decían la
verdad y eran críticos con él. Esto último está de moda también: el amigo
crítico es odiado y el pelota falso deseado.
Y ¿qué manía en enderezarlo?, dirá uno. Bueno, hasta hace
poco es lo que se hacía en la vida: cuidar de que las plantitas crezcan
fuertes, derechas, sanas, equilibradas, porque ellas dan buenos frutos. Y luego
están las marchitas, dobladas, que hay que poner palo para ayudarlas a crecer,
pero que difícilmente darán los mismos frutos, y se pudrirán antes, sin haberse
sentido orgullosas de haber aportado algo a la vida, a su gente, a su familia. Todos
queremos las mejores plantas y los mejores frutos. Pero cada vez se tienen
menos huertos, y se cuidan peor, porque hace falta tiempo, no estar cansado y
valorar la Belleza. Y todo eso hoy falta. Y por si alguien no lo entiende aún,
que se fije en los gobernantes que tenemos, ¡a ver si les parece que son una ejemplaridad!
Ergo tenemos a una personita siempre rodeada de gente —y
fiesta— y del tipo palmero, adulterado, fariseo, falso. Y ¿por qué? Pues podría
ser una personita falta de cariño desde hace ya… Madre de ensayos y giras
constantes, internado, el peso de que su nombre y apellido no lo nombran a él
—falta de identidad— sino a progenitores, etc. «Yo soy yo y mis
circunstancias», decía el filósofo. No destaco estas circunstancias para atacar
a nadie, ¡ojo! —hay que ganar el pan, diría la tonadillera—, sino para
reconstruir al joven en cuestión. Esta Soledad exterior e interior le lleva a
desear compañía constantemente, y quizás no como cualquiera de nosotros, o sea,
como una necesidad de afiliación maslowiana, sino que podría ser como
patología.
Además, aporto un suplemento: siempre de fiesta. «Trabaja» y
un poquillo de fiesta. «Trabaja» de fiesta. O sea, todo es una fiesta. Por
ejemplo: en el docu nos muestra que va a su primer concierto y horas antes
hacen la prueba técnica de sonido. Pues la prueba dura unos 15 minutos. Claro,
no es una estrella y sus asalariados, técnicos, productores y asesores no han trabajado
con Bruce Springsteen; pero no hay que ser muy avispado para comprender que eso
necesita algo más de trabajo y tiempo. Ahora bien, si tú quieres fiesta, y te
rodeas de palmeros, lo normal es que ellos festeen contigo, cuanto más mejor.
Así que en el docu vemos a uno que al acabar la prueba le dice algo así como «¡Bueno,
y ahora a tomar unas copitas, que ya está bien!» Esa noche sale a escenario,
«canta» 3 minutos, va al camerino y, tras ver su actuación, montan otra fiesta.
Y en la furgo en la que se trasladan, cuando aparecen todos cansados él les
grita: «¡Reíros, hombre, un poco de alegría!». Y digo yo: ¿tanto ruido no será
para tapar el silencio que le ahorca?, ¿tanta gente no está tapando su
soledad?, ¿llena tanto su vida porque tiene mucho vacío?
¿Vacío? De la infancia ya hemos hablado algo. Y ¿ahora? Pues
me enterneció como a un padre cuando le preguntan en el docu si sus hermanos,
los toreros guapos —lo que él deseó pero nunca será, y lo intentó—, habían ido
a verle pinchar o cantar. Responde que no, que están con sus cosas, su
trabajo…, excusándolos. Y le vuelven a apuntar: «Sí, pero tú sí has ido a
verles al ruedo». En ese momento su cara cambia ligeramente, y calla. Podría
ser que se sienta vacío aún de los que él admira. Y eso también hay que
llenarlo, equilibrarlo.
En la presentación del docu, su exrepresentante alude a que
quiere ser deejay de repente porque admira a los dj’s de moda, para él son un
referente: póster, fotos, «following», emulación, etc. O sea, como los niños
que todos conocemos que, por lo que sea, no encuentran referentes cerca y los
eligen de entre la sociedad —porque lo del referente es necesario y exigido
siempre, quede claro—. Así que el niño qué elige: lo que está de moda, mueve, disfruta
de juerga, chicas, viajes, notoriedad, compañía… Y no está uno de sol a sol,
ahí, matándose… Tampoco hay que estudiar… Solo aprender unas cosillas, tener un
buen equipo, comprar unos cedés —con dinerillo es fácil—…, y tener un apellido.
Él dice que rehúsa usar su apellido para darse a conocer, pero luego le
contratan por eso, ¡o es que él no lo sabe! Si no lo sabe ya os digo yo por
qué: siempre ha sido tan guapo, tan listo y tan todo y lo ha tenido todo…
Volvemos a lo del principio. Nadie le ha juzgado objetivamente ni le ha
obligado a esforzarse, etc.
Y retomo. ¿Por qué tiene tirón? Dicen por ahí que es
simpático, noble, alegre con la gente. Ahora, después del desglose, podríamos entender que es así por
necesidad, porque si además fuera antipático, borde, despectivo, altivo, etc.,
pues nos podemos imaginar los mares que surcaría. ¿Gusta su simpatía y nobleza?
Es forzada, buscada. No hay más que ver
cómo habla de las mujeres cuando está sueltecito —ya me entendéis—, o cómo enseña
fotos y de qué contenido. Ah, y lo de la nobleza y lealtad se ve que se le olvida
cuando llama públicamente «pelopo» a su cuñado y lo desprecia, ¡al novio con
quien su hermana tuvo un hijo! Pero después de decir esas cosas suelta una
carcajada animaloide y ya está. Nos reímos. Cae bien. A la gente nos
entretiene, pasamos el rato, nos paga unas copas, nos sube en el Audi, nos invita
a casa y es muy generoso; de acuerdo, pero es una necesidad, ¡ojo! Si le dices
que no te gusta el coche, que la cama era un poco incómoda, que la nevera está
vacía, es decir, si intimas y tomas la confianza de pedirle algo más,
equiparable, eso sí, a lo que tú le des, entonces te da la espalda y te echa de
su coche, cama y piscina.
Un tierno documental en Telecinco
muy revelador.