viernes, 4 de julio de 2014

Ex II


Ex II
El verdugo de los mendrugos

Si por algo se caracteriza la cadena alegre es por su carácter nutritivo. Es maestra en alimentarse de sus propios despojos, de su propia liberación entrópica, de la mierda que caga. Me refiero al uso de personajes de un formato a otro o al uso de refritos de programas en otros: una vez defecado un programa reciclan las heces y ¡ala! La mitad de El programa de AR está construido sobre Gran Hermano, La casa de tu vida, Supervivientes, Sálvame, Mujeres y Hombres, Campamento de verano, Acorralados, La voz… Lo mismo ocurre con Sálvame. De ellos se alimentan comentando jugadas entre plato y plato, invitando a concursantes que por allí pululan y son objeto de crítica; la crítica es algo normal, ¿eh?, hasta que el juicio hacia el concursante se queda en segundo plano y se juzga a la persona —«Que no se hubieran metido allí», diría alguien; pero es que se han metido como concursantes, no como personas; «Si ellos hablan de su vida privada yo también»; pero es que ellos hablan de la que quieren, estando en su derecho, y tú de la que rebuscas, o ¿acaso quieres que hablen de las clasificaciones biológicas de Aristóteles?—. Así rellenan la oquedad diaria de su parrilla. Las razones de apostar por este genial sistema —«genial» desde el punto de vista marketiniano— ya tendrán ocasión.
En este sentido, cuando Telecinco apuesta lo hace muy fuerte; y, no contento con la presencia intencionada de familiares en el plató, ficha para su segundo programa de Ex a pesos pesadísimos como Rosa Benito, Sofía Cristo y Bárbara Rey. ¡Un aplauso! No hay mejor elección: la primera ha sido convocada por su brillante retórica, por sus conocimientos sobre el alma humana y la psicología de parejas… Bueno, dejemos la ironía. Las tres fichan porque hablan, hablan mucho. Y eso conviene. Porque cuanto más hablen más dicen. Y esto, que parece una perogrullada, quiere decir que van a «funambular» por más platós en Sálvame o El programa de AR o… La segunda intervención de Bárbara ya era para contar lo mal que lo pasó Sofía con la separación —«¡Diles cómo lo pasaste tú con la separación!», decía intensa y compungida, «Yo tenía que ver a mi padre con esas…»—.
Yo ya vi esta película hace muchos años: Jurassic Park. Un intento de recuperar dinosaurios para hacer más atractiva la vida a los ciudadanos tan necesitados de emociones fuertes y superficiales como ausentes de vida interior. Aquí los monstruos, perdón, los personajes que encarnarían a los monstruos —como Golum, que no es de verdad, es un tío que va dentro— son estas tres estrellas rutilantes y necrófilas de los platós del nuevo siglo que consumen vida al ritmo en que rompen bolsillos. ¿Sofía Cristo, jurásica? A ver, no por edad, sí por experiencias vitales y televisivas. A mí no me gustaría haber tenido que pasar lo de esta niña, quede claro; y me cae muy bien.
¿Lo mejor? El momento quién ha dicho esto. Se retratan ellos y ellas con frases que han dicho, y vaya frases, y el resto ha de adivinar a quién pertenece cada frase. Es divertido, terapéutico, educativo. «21 años casada y aún no me conoce». ¡Es muy triste escuchar esto todavía en boca de una mujer!
Por lo demás, el troglodita inseguro y cenutriensis toma cada vez más fuerza, se sabe que varios hombres fueron infieles y las pruebas a superar, de momento, son todas físicas, excepto una matemática, ¡suman y restan!, ¡y lo hacen mientras corren! O sea, nada nuevo, ¿verdad? Aún recuerdo con nostalgia cuando en la última de Supervivientes preguntaron la capital de EEUU. No sé si fue más entrañable que no la supieran o que no supieran escribirla. Y lo dice uno que es malísimo en esas cosas. Pero es que hablamos de Guasintón, no de Ulán Bator.

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